miércoles, 5 de noviembre de 2008

La propaganda comercial y política

La propaganda comercial y política de finales del siglo XIX nació como consecuencia de las innovaciones técnicas en el arte de la impresión y de las nuevas necesidades de la sociedad industrial, que evolucionando hacia la sociedad de consumo obligaba a informar a sus consumidores de las excelencias de su producto frente a los de la competencia. En suma, de la necesidad de hacer propaganda. Paralelamente, la propaganda política se adaptó a las nuevas técnicas anunciadoras, incluso con mayor fortuna que la publicidad comercial (en Europa), sin duda, por cuestiones intrínsecas en el propio arte del cartelismo, pues anunciar un producto comercial es siempre espiritualmente mucho menos inspirador para el artista que las cuestiones sociales, amén de que abstraer un mensaje emocional e ideológico en un contexto político es siempre más asequible para el cartelista, por contra del contaminado, como elemento inspirador, producto comercial tan lleno de connotaciones mercenarias para el artista europeo del momento. Un arte y un saber anejos a este fenómeno fueron necesarios para este auge del cartelismo que duró hasta la mitad del siglo XX. En este arte destacaron pintores, cartelistas netamente puros, grafistas, fotógrafos, dibujantes, innovadores..., y en el saber profesional, destacaron principalmente los esforzados oficios de la impresión, sobre todo litógrafos, oficio preciado en su época dónde los hubiera.

La inicial técnica de la litografía era lenta, laboriosa y exigía precisión extrema en la composición. Primero, sobre una plancha de zinc (tantas como tintas) se dibujaba con un lápiz de grafito, que por ser graso, servía para esta original técnica de impresión basada en el rechazo del agua de las tintas grasas, una vez humedecida la plancha se aplicaba la tinta con un rodillo, que quedaba adherida exclusivamente a las partes grasas de la plancha, después, papel y planchas (una a una con el mismo papel) se metían en la prensa, hasta su composición final. Es fácil imaginar la dificultad de confeccionar carteles con muchas tintas. Por contra, los carteles litográficos tomaban un especial dimensión de relieve que nunca tuvieron los posteriores con la técnica de impresión más modernas.

Resumiendo, el cartelista pintaba, dibujaba o componía su cartel en el estudio, una vez acabado lo llevaba al taller, y un dibujante litógrafo lo copiaba a las planchas, comenzando entonces la verdadera impresión.

A esta dificultad técnica, había que añadir, el atrasó de los talleres españoles, que no podían imprimir con rodillos de zinc de gran tamaño, obligando a los litógrafos a partir los grandes carteles en varios trozos que se unían finalmente. El cartelismo en España, se inició, como no, por los festejos taurinos y patronales, destacando talleres residentes en Barcelona y Valencia. Con el correr de los tiempos, todas las ciudades importantes contaron con talleres de impresión de carteles, y el cartelismo de toros y fiestas patronales alcanzó un nivel de gran producción, siendo hoy, prácticamente imposible separar una corrida, de su cartel anunciador.

Con la llegada de la Primera Guerra Mundial y la posterior Revolución Rusa, el cartelismo entra de lleno en la propaganda política, destacando el cartelismo aliado y el revolucionario ruso. Además, el cartelismo comercial se desarrolla enormemente en este periodo entreguerras. Podemos decir, que en las tres primeras décadas del siglo XX, el cartelismo representa mayoritariamente el soporte para la propaganda política y comercial. La revolución rusa, la ascensión del nazismo, las nuevas tendencias artísticas, el desarrollo y la producción de bienes de consumo, y finalmente la Guerra Civil Española, marcan la cumbre del cartelismo como forma anunciadora de ideas, actos y mercaderías, emparejándose con la ascensión de la radio y el cine como medios de propaganda comercial y política. Serán estos dos primeros, los fundamentales en la propaganda política de la guerra, alcanzando el primero su máxima expresión, precisamente en España.

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